En
Colombia, la red vial incaica tiene su extremo norte a través de un recorrido
de 17 kilómetros en ocho municipios del departamento de Nariño, desde Ipiales
(en el río Guáitara) hasta Pasto, pasando por las localidades de Potosí,
Gualmatán, El Contadero, Funes, Yacuanquer y Tangua.
En
Nariño las comunidades asociadas al camino lo han mantenido vivo mediante las
memorias de sus usos y costumbres. El Qhapaq Ñam era el antiguo camino de
peregrinación hasta el Valle de Atriz, para hacerle ofrendas al Taita Urucunina
o Volcán Galeras. Según la Antropóloga Claudia Afanador, “La declaratoria no
solo corresponde a los vestigios sino también a los caminos vivos; el
Patrimonio Inmaterial asociado a este bien, todas las memorias de los que han
transitado y las memorias de las comunidades asociadas que son las portadoras
del bien”.
El sistema vial andino en Colombia pudo ser identificado siguiendo una
metodología de trabajo que giró en torno a tres componentes. El primero buscó identificar
técnicas constructivas empleadas en la realización del camino. El segundo,
desde la etnografía, planteó un acercamiento a la memoria oral que poseen las
comunidades respecto a la existencia del camino; y finalmente, la revisión de
fuentes documentales que permitió la reconstrucción del camino desde la
etnohistoria. El Qhapaq Ñan en Colombia se circunscribe al departamento de
Nariño, ubicado en el suroccidente del país en la frontera con el Ecuador. En
este territorio el camino se articula a ramales del sur a través de Rumichaca
(puente en piedra) puente natural mencionado en crónicas del siglo XVI, y el
cual hoy día, puede localizarse en cercanías al paso fronterizo entre las dos
naciones.
Desde
ahí y siguiendo en dirección sur-norte las ramales del camino se bifurcan en
dos direcciones de la siguiente manera: hacia el oriente, partiendo desde
Ipiales se asciende hacia el gélido municipio de Potosí, desde el cual es
posible enrumbarse hacia Córdoba (antiguo pueblo Pasto de Males), para
posteriormente descender hacia la olla del río Guáitara, en donde actualmente
se encuentra la vía panamericana. Al ramal de occidente se accede desde
Ipiales, para continuar hacia las sabanas de Pupiales, y más adelante ascender
hacia el municipio de Gualmatán. Desde ahí, es posible proseguir en dirección
hacia el Contadero. Desde aquel punto se puede descender y encontrar la ramal
oriental para continuar hacia el norte buscando las tierras cálidas de Iles,
cuyo territorio permite además, acceder atravesando el río Guáitara, a las
altas lomas de Funes, en donde el camino adquiere majestuosidad al encontrarse
tallado en abruptas pendientes montañosas. De ahí en adelante, el ramal
continúa un camino de ascensión buscando las tierras templadas de Tangua y
Yacuanquer, para finalmente adentrarse en el valle de Atriz e insertarse en la
ciudad de Pasto.
Para
la región de Nariño existe evidencia de ocupación humana desde los primeros
siglos de nuestra era7, su poblamiento se asocia a la presencia de sociedades
Pasto, Quillacinga y Abade, principalmente. Los Pastos, de acuerdo a
información recuperada tanto desde la arqueología, como desde la etnohistoria y
la lingüística, se constituyeron en una sociedad políticamente jerarquizada,
diseminada a lo largo del altiplano Carchi (Ecuador) - Ipiales (Colombia), cuyo
medio físico se caracteriza por la existencia de extensas sabanas junto a
valles interandinos altamente fértiles debido a la intensa actividad volcánica
ocurrida en la región. Organizados en cacicazgos –o behetrías según los
ibéricos–, los pastos conformaban unidades políticas independientes bajo el
mando de un cacique, su nivel de jerarquización ha podido rastrearse gracias a
evidencia arqueológica recuperada en contextos funerarios, en los que la
diferencia del ajuar entre tumbas de principales y comuneros fue evidente.
Algunos elementos encontrados en dichos contextos se ligan a productos
originarios tanto de la costa, como de la selva, estableciendo a la sierra como
territorio articulador. Dicha particularidad llevó a múltiples investigadores a
plantear la existencia en la estructura de la sociedad Pasto de individuos
dedicados al comercio, los cuales han sido identificados como Mindalaes, de
quiénes se cree pertenecían a un grupo independiente dentro de la jerarquía social
y los cuales se especializaron en realizar actividades de comercio a mediana y
larga distancia, valiéndose de una compleja red de intercambio que hizo posible
a caciques el acceso a productos diferenciadores.